La autoconstrucción no es nueva en el país, pero en los últimos años se volvió un componente crucial para las empresas del sector. Ello, en un contexto de mayor liquidez en los hogares por la liberación de AFP, CTS, y los subsidios otorgados durante la pandemia. También mientras el desarrollo de grandes obras privadas se enfriaba.
Tras un 2020 y un 2021 dinámicos para la autoconstrucción, se esperaba que esta se estanque el año pasado, ya que hubo menos ‘ingresos extraordinarios’ de liquidez para las familias. Pero no: mantuvo su rol clave. A mediados de este mes, Eduardo Sánchez, Gerente General de Unacem Perú, dijo a la revista G de Gestión que el año pasado sus ventas crecieron 6.5% respecto al 2021, en buena parte, por “un impulso fuerte de la autoconstrucción, que ayudó mucho”.
Detalló que la gran infraestructura -que apunta más a la construcción formal- representa el 30% de su portafolio. Y que el 70% restante corresponde a bolsas o sacos de cemento, donde tiene un importante peso la autoconstrucción. “La proporción de la nuestra venta que está dirigida a la autoconstrucción podría aumentar entre uno y dos puntos porcentuales en el 2023″, aseguró a Gestión.
Pero Unacem no fue la única empresa del sector en ver este fenómeno. Otro material de construcción importante para un autoconstructor es el ladrillo. Enrique Pajuelo, Presidente Ejecutivo de la Ladrillos Fortes, que concentra sus ventas en Lima y el norte del país,dice que han tenido soporte de la autoconstrucción tanto como de las constructoras formales.